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Las centrales de energía que procesan carbón y biomasa se destacan por su mayor riesgo de explosiones. Durante los procesos de generación de energía térmica o eléctrica se pueden producir concentraciones de polvos explosivos. En condiciones ideales, como la presencia de una fuente de ignición y la concentración óptima de polvo agitado y agente oxidante, la salud y la vida humana están en peligro y existe un riesgo elevado de daños a la propiedad.
Los lugares potenciales de acumulaciones de polvos explosivos son las áreas externas e internas de las plantas de calefacción o energía eléctrica de carbón. Durante el transporte del carbón desde los depósitos hasta el proceso de producción pueden producirse mezclas explosivas. El carbón viaja por transportadores a través de clasificadores, ciclones, molinos y tanques, hasta la caldera. En todos estos lugares se puede producir una mezcla explosiva de polvo de carbón, con el riesgo de explosiones destructivas.
Este mismo riesgo existe en las plantas de calefacción y energía eléctrica que procesan biomasa. Los biocombustibles requieren secar partículas orgánicas grandes que luego se muelen a partículas más pequeñas. Aquí también pueden producirse mezclas explosivas compuestas de partículas de polvo y aire.
Los parámetros que influyen en la formación de mezclas explosivas son la humedad y la temperatura y el tamaño del grano del carbón y el contenido de oxígeno en el medio portador. En términos generales, la baja humedad y los granos más pequeños de carbón, junto con una mayor temperatura del medio son condiciones favorables para explosiones. Por este motivo, durante la fase de proyecto y la operación es necesario prestar atención especial a estos equipos. En la quema de mezclas de carbón y biomasa (paja, cascarilla, pulpa de madera) se debe tener en cuenta la temperatura mínima de ignición de estas mezclas.
Una ignición y la subsecuente combustión se producen cuando en el mismo lugar y al mismo tiempo se encuentran:
Ignorar los riesgos durante el transporte del material procesado a la caldera puede, bajo determinadas circunstancias, provocar una reacción en cadena de explosiones en toda la central de energía cuyas consecuencias son incalculables. Esta reacción en cadena puede resultar incluso en la pérdida de vidas humanas y la destrucción de equipos y edificios enteros.
En la actualidad, la tecnología permite identificar con antelación todos los riesgos posibles. La directiva ATEX 153 establece la obligación de aplicar medidas preventivas adecuadas a fin de proteger vidas humanas y equipos de producción contra las devastadoras consecuencias de una explosión.
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